(San Juan)- Muchas de las personas que residimos en el trópico caribeño insular tenemos memorias de alguna visita a un manglar, ya sea porque remamos entre sus canales en kayak, nos sumergimos para observar su vida marina, damos un paseo en bote o vamos de pesca. Todas esas actividades antropogénicas tienen un impacto directo en el paisaje sonoro marino y por ende en el bienestar y la vida de estos ecosistemas.
En este episodio del podcast de Marea Ecologista, el periodista y productor Marcos Pérez Ramírez, entrevista al profesor Alejandro Ríos Franscesi, Francisco Castro Rivera y Luis Colón Dávila, del Laboratorio de Ecología de Conservación, de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Ponce, sobre su más reciente investigación titulada “El efecto de la central Aguirre en el paisaje sonoro marino: una nueva función del manglar en la Reserva Nacional de Investigación Estuarina de la Bahía de Jobos, Puerto Rico, un estudio preliminar”
La investigación, publicada en el Caribbean Journal of Science, de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez, revela cómo las franjas de bosque de mangle rojo de la Reserva Bahía de Jobos disminuyen el ruido emitido por la planta generatriz y las actividades humanas, como la navegación recreativa.
Esta investigación se divulgó la semana pasada. Sin embargo, se comunicó desde un punto de vista antropocéntrico. Se subrayó que el estudio suma evidencia que apunta a que los manglares son un filtro muy eficiente para ayudar a que los humanos no percibamos ruidos, los que precisamente provocan nuestra actividad humana.
Más bien, el estudio enfatiza en la función de criadero protector y los servicios que los manglares ofrecen a sus especies residentes y transitorias, protegiéndolas de la contaminación por ruido, que tiene consecuencias, en ocasiones terminales, en sus ciclos de comunicación, alimentación y reproducción, ya que la contaminación por ruido viaja más lejos bajo el agua.
Asimismo, la contaminación por el ruido provocado por las actividades humanas afecta de maneras distintas el comportamiento diurno y nocturno de las especies, explicaron los investigadores.
De otra parte, el profesor Ríos Franscesi reveló a Marea Ecologista que esta será otra área de investigación que emprenderán como secuela a su reciente publicación: cómo se afecta la gran población de mero rojo que se reproduce, alimenta y habita en la Reserva.
Como cierre de la conversación, los investigadores revelan cuáles y cómo son los sonidos emitidos por los peces y crustáceos que forman parte del paisaje sonoro natural de la Reserva.
El episodio concluye con una reflexión sobre una cita muy importante del estudio publicado, “estos hallazgos tienen implicaciones directas para el manejo y conservación de ecosistemas marinos. […] proyectos de reforestación en áreas de actividad costera podría mitigar el daño al paisaje sonoro marino y proteger estos ecosistemas marinos y sus habitantes”.
Ya hay evidencia científica sobre como “algunos ecosistemas costeros, como arrecifes de coral y manglares, actúan como barreras naturales contra las olas y las mareas de tempestad, reduciendo los daños causados por las inundaciones a personas y bienes“, y como secuestran hasta cinco veces más carbono que los bosques terrestres, incorporándolo a sus hojas, ramas, raíces y a los sedimentos que hay bajo ellos.
Este nuevo estudio sugiere que los mangles cumplen una función similar en favor de las especies marinas, protegiéndolas del ruido, por lo que la restauración de manglares es de vital importancia.