Por Cynthia Burgos López, directora ejecutiva, organización La Maraña
La propuesta de lujo, Esencia en Cabo Rojo, refleja patrones que a lo largo de los años hemos visto en múltiples municipios costeros. Algunos ven estos proyectos como una fuente de ingresos que revitalizan la economía por las inversiones millonarias. Otros se oponen por el impacto ambiental, la destrucción y privatización de las costas.
Según la página web del proyecto, el mismo consta de 2,000 acres, aproximadamente 1,136 campos de fútbol, entre Combate y Boquerón, incluyendo 3 millas de “playa prístina”. Al norte, colindante del proyecto, que se propone en suelo Rústico Especialmente Protegido Escénico/Agrícola/Ecológico, ubica el Refugio de Vida Silvestre de Boquerón, que incluye lagunas, mangles y salitrales.
Según las imágenes de proyecto, la propuesta cuenta con un campo de golf, complejos residenciales y turísticos de lujo. En las áreas actuales del desarrollo propuesto existen senderos, actividades comerciales locales, fincas agrícolas, residencias y áreas de playas y costas.
Hay varios puntos que llaman la atención como un campo de golf que en promedio pueden consumir alrededor de nueve millones de galones de agua, equivalentes a más de 13 piscinas olímpicas diarias.
Esto en un área en donde las proyecciones climáticas (CMSM4, 2041-2060) sugieren una disminución de precipitación de un 20%. Cabe destacar, que actualmente se está instalando un sistema de agua potable (financiado con fondos del American Rescue Plan Act (ARPA) municipales y localizado en las inmediaciones del proyecto propuesto).
Esto, ya que según la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), el área presenta problemas de agua potable hace más de 30 años. A ese dato se añaden estudios que indican la presencia de intrusión salina en los acuíferos que suministran agua al área por la constante extracción y el aumento en el nivel del mar.
Los ecosistemas localizados en el lugar del proyecto ofrecen servicios ecosistémicos invaluables, incluyendo, agua potable, biodiversidad, mitigación de tormentas y prevención de inundaciones. Los humedales actúan como barreras contra la erosión y las tormentas protegiendo comunidades e infraestructura costera.
El daño, impacto o pérdida de estos ecosistemas puede resultar en un aumento a los daños por desastres naturales, que se espera sean más frecuentes y severos debido al cambio climático. Tal es así, que mediante la Orden Ejecutiva 2023-009, se declaró una emergencia por la erosión costera en donde se menciona al municipio de Cabo Rojo, entre otros, como una de las áreas afectadas por el movimiento de la línea de costa hacia adentro.
Los ecosistemas no reconocen límites y funcionan como sistemas interconectados — social, económico y ecológico. Hablar de adaptación, mitigación y resiliencia climática según la OE 2023-009, como la restauración arrecifes, siembra de manglares y los humedales, requiere un enfoque integral. Estos elementos no funcionan de manera aislada como un piso o una columna estática en un lugar, ni se restringen límites establecidos en mapas o documentos.
Los proyectos de desarrollo de lujo en áreas costeras pueden parecer atractivos económicamente, sin embargo los impactos a los ecosistemas, a la esencia del lugar, y el desplazamiento de comunidades, resultan ser mucho más costosos a largo plazo, sobre todo para quienes habitan el lugar.