Soberania Digital, Rapha Wilde, Unsplash

En la era de la hiperconectividad, hay un nuevo frente de lucha más allá de los territorios físicos: el ciberespacio. La soberanía digital es un término político crucial, definido como la capacidad de un país, una comunidad o incluso una persona para ejercer control sobre sus datos, su infraestructura tecnológica y su destino digital.  

Se trata de una respuesta necesaria ante el dominio casi hegemónico de unas pocas corporaciones tecnológicas —las llamadas Big Tech 5— y la dependencia de infraestructuras y servicios controlados desde el extranjero, lo que supone una grave amenaza para la privacidad, la seguridad nacional y la autonomía económica. 

Las grandes empresas tecnológicas, denominadas “Big 5” (Alphabet [Google], Amazon, Meta [Facebook, Instagram, WhatsApp], Microsoft y Apple), están omnipresentes en la vida cotidiana. Su alcance global abarca a millones de usuarios en todo el mundo, de los que tienen acceso a sus macrodatos, y cuyas prácticas son casi monopolísticas. 

Google se utiliza para el 91.5 % de las búsquedas y Google Chrome tiene una cuota del 64.4 % del mercado de navegación. El iPhone de Apple tiene una cuota de mercado del 27.1 %; mientras que Facebook e Instagram (propiedad de Meta) acaparan el 76 % del mercado de las redes sociales.  

En el comercio electrónico, Amazon domina en Estados Unidos con una cuota de mercado del 37.6 % y, en el ámbito global, solo es superada por Alibaba (empresa China). Las computadoras de Microsoft ejecutan el 70 % de los sistemas operativos desktop en todo el mundo

Asimismo, Amazon, Microsoft y Google alojan operaciones comerciales críticas en sus servicios en la nube para muchas empresas. Amazon Web Services es el líder con una cuota de mercado del 31 % en el cuarto trimestre de 2023, seguido de Azure (Microsoft, 24 %) y Google Cloud (Alphabet, 11 %).  

La empresa de investigación y consultoría tecnológica Gartner calculó que, el gasto de los usuarios finales en la nube pública en 2023 alcanzó casi los $600,000 millones, un 22 % más que el año anterior, según los análisis del Instituto Swiss Re, una empresa de asesoría e investigación basada en datos sobre riesgos, tendencias del mercado económico, de seguros y reaseguros. 

En Marea Ecologista entendemos que esta lucha está ligada a la justicia social y ecológica. ¿De qué sirve proteger nuestros bosques si nuestros datos, que revelan patrones de consumo, movilidad y recursos, son mercancía en manos de entidades ajenas a nuestro interés colectivo? La soberanía digital es el ecologismo de la red: buscar la autosuficiencia, reducir la dependencia de monopolios extractivistas de datos y construir un ecosistema tecnológico resiliente, al servicio de las personas y del archipiélago de Puerto Rico. 
 
Mientras la mayoría de los países capean esta encrucijada, hay tres naciones destacadas por tomar el timón de este asunto con determinación: 
 
1. Francia: La vanguardia europea. Francia es el motor detrás de la estrategia de soberanía digital de la Unión Europea (UE), impulsando regulaciones como el GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) y fomentando el desarrollo de alternativas locales en la nube —la iniciativa cloud souverain— para competir con AWS, Google Cloud y Microsoft Azure. Su apuesta por un “Escudo de Datos” europeo es un claro ejemplo de la construcción de una autonomía digital colectiva. 
 
2. China: Autosuficiencia radical. Lejos del modelo multilateral europeo, China ha optado por una vía autónoma casi absoluta. A través de su Gran Firewall y una estricta regulación, creó un ecosistema digital paralelo y hermético. Con gigantes nacionales como Alibaba, Tencent y Huawei, y una apuesta agresiva por tecnologías clave como el 5G, y el desarrollo de 6G, de la cual es líder global, y la inteligencia artificial, China demuestra un control férreo sobre su ciberespacio, priorizando la seguridad nacional sobre toda otra consideración. 
 
3. Estonia: La pequeña república digital. Tras la disolución de la Unión Soviética, Estonia decidió que su soberanía pasaría inevitablemente por lo digital. Pionera global, construyó una sociedad digitalizada desde su fundación, con un sistema de identificación digital seguro, e-residencia y servicios gubernamentales en línea que son la envidia del mundo. Su clave: una infraestructura pública descentralizada y transparente que garantiza el control ciudadano sobre la información. 
 
La soberanía digital no es un lujo, o un concepto abstracto, es una necesidad política. Es la única manera de asegurar que la transición ecológica y digital no se haga a costa de ceder nuestro poder de decisión a intereses privados y geopolíticos ajenos. 

Por Marcos Pérez Ramírez

Periodista y editor fundador