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El Índice de Fragilidad Financiera del Consumidor en Puerto Rico, que prepara trimestralmente Estudios Técnicos, Inc. se mantuvo en el rango de fragilidad moderada durante la primera mitad del 2025 en comparación con el promedio del año pasado. Factores como la baja en el desempleo, menos quiebras, mejores salarios y la desaceleración de la inflación contribuyeron a aliviar un poco la situación financiera de los consumidores.

“En el primer trimestre del 2025 el índice de fragilidad financiera se situó en 0.33, aumentando levemente a 0.38 en el segundo trimestre. A pesar de este repunte, el índice muestra una mejoría significativa frente al promedio de 2024, cuando se ubicaba en 0.52 y reflejaba un nivel de fragilidad alto”, informó Leslie Adames, director de la División de Análisis y Política Económica de Estudios Técnicos, Inc (ETI).

Este índice mide la vulnerabilidad financiera de los consumidores a partir de cuatro variables clave: la tasa de delincuencia en los préstamos de consumo e hipotecas residenciales, la tasa de desempleo, las quiebras personales y el ingreso anual de los empleados del sector privado. Su escala va de 0 a 1, clasificada en cuatro rangos: 0–0.25 (baja fragilidad), 0.26–0.50 (moderada), 0.51–0.75 (alta) y 0.76–1.00 (extrema).

Adames explicó que “la mejoría en el 2025 respondió principalmente a la estabilidad de la tasa de desempleo, que se mantuvo en niveles históricamente bajos de 5.4% en el primer trimestre, a la reducción de las quiebras personales de 1,022 casos en el cuarto trimestre de 2024 a 904 en el primero de 2025, a la caída en la delincuencia de los préstamos de consumo e hipotecarios y al fortalecimiento del salario real, favorecido por la desaceleración de la inflación. No obstante, en el segundo trimestre se registró un leve deterioro, con un aumento en la tasa de delincuencia de los préstamos de consumo de 2.70% a 3.04% y un incremento en las quiebras personales de 904 a 1,019 casos. Estos factores fueron parcialmente compensados por la continuidad en la mejora del salario real y la estabilidad del desempleo”.

De cara a los próximos meses, la evolución del índice dependerá en gran medida de la trayectoria de la inflación, particularmente por el efecto de la política arancelaria de la administración Trump, planteó Adames.

“El impacto de los nuevos aranceles podría comenzar a sentirse en el segundo semestre de 2025, una vez las empresas con menor capacidad de absorción trasladen los costos a los precios finales. Esto dependerá también de la sensibilidad de los consumidores a los cambios de precios y de la disponibilidad de productos sustitutos”, indicó.

“Finalmente, aunque una eventual reducción en la tasa de referencia de la Reserva Federal prevista para septiembre —con una probabilidad de 88% de un recorte de 25 puntos básicos al rango de 4.00%-4.25%— podría aliviar parcialmente el costo de financiamiento de los préstamos de consumo, persisten riesgos asociados al nivel de endeudamiento de los hogares, a la menor liquidez disponible y a un mercado laboral en el que el crecimiento del empleo está influenciado por los puestos a tiempo parcial”, expresó el economista.

Los cambios en las tasas del Tesoro pueden afectar a los consumidores

“Hay que estar atentos al empinamiento de la curva del Tesoro —reflejado en la ampliación del spread entre los bonos a dos y treinta años (al día de hoy, ya el spread era de +124.6 puntos básicos, con un rendimiento de 4.940% en el bono a 30 años frente a 3.694% en el de dos años). Los cambios en las tasas del Tesoro pueden limitar significativamente el margen de alivio sobre las tasas hipotecarias y elevar el costo de capital que enfrentan las empresas, lo cual puede traducirse en mayores restricciones crediticias y presiones sobre el ingreso disponible, acentuando así la fragilidad financiera de los consumidores”, concluyó Adames