La agencia federal para el manejo de los océanos y la atmósfera (NOAA, por sus siglas en inglés) emitió un informe demoledor que diagnostica una crisis de gobernanza en el manejo de la zona marítimo terrestre de Puerto Rico, advierte sobre plazos urgentes y una impresionante escasez de recursos humanos que comprometen la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades del archipiélago de Puerto Rico ante el embate del cambio climático.
El documento, publicado en mayo del 2025 es el resultado de la evaluación del Programa de Manejo de la Zona Costera de Puerto Rico y sitúa la premura en el pasado 31 de junio del año en curso. Tras esta fecha, el DRNA debía presentar a NOAA la actualización de su Plan de Manejo Costero y las acciones necesarias para reclutar el personal imprescindible para ejecutar estas labores.
Sin embargo, el informe señala que el proceso, que implica años de trabajo, está estancado y en “alto riesgo” de incumplimiento debido a la “capacidad limitada del personal”.
“El Programa de Manejo de la Zona Costera de Puerto Rico es un programa colaborativo (junto a la JP y OGPe) administrado por el DRNA y supervisado por el subsecretario de Gestión y Conservación de Áreas Naturales y Biodiversidad. Al momento de la evaluación en septiembre de 2023, el puesto de director del programa estaba vacante y el programa no había tenido un director permanente desde la salida del antiguo director en noviembre de 2020”, estipula el informe.
La urgencia aumenta ante la parálisis gerencial. Otros ejemplos clave, el puesto de director de la oficina de Manejo de la Zona Costera, la unidad a cargo de ejecutar este plan está vacante desde julio del 2018. Igual es el caso de la vacante de un abogado financiado, especializado y destacado en la oficina de Manejo de Zonas Costeras
Esto significa que, por casi siete años, la principal oficina de planificación costera de Puerto Rico opera sin un director titular, sin un abogado especializado destacado, dependiendo de personal asignado interinamente que, según el informe NOAA, carece de la autoridad y la capacidad para analizar y fiscalizar proyectos complejos.
Pero esta vacante no es la única. El informe destaca que el programa completo sufre de una “escasez de personal” crónica, con múltiples “puestos vacantes”, lo que paraliza funciones esenciales.
“El DRNA no cuenta con un agrimensor licenciado. Se requiere de un agrimensor licenciado para la delimitación in situ de la zona marítima terrestre, y a menudo se necesita de un abogado para determinar la propiedad de los terrenos en relación con las decisiones sobre permisos en zonas sujetas a la normativa costera”, explica el informe, mientras destaca cómo estos profesionales, con conocimientos técnicos diversos, deben coordinar sus labores.
Esta falta de recursos humanos tiene como consecuencia que el plan costero actual, que data del 2018, nunca se ha implementado. El archipiélago carece de las herramientas regulatorias y de planificación necesarias para manejar la presión del desarrollo tóxico, la contaminación y la erosión costera que ha aumentado y aumentará ante el contexto de la crisis climática global.
Mejorar acceso a la información, fiscalización y participación ciudadana
De otra parte, el expediente del informe federal explica que “el DRNA debe informar a NOAA sobre las medidas adoptadas por la agencia, la Oficina de Gestión de Permisos (OGPe) y la Junta de Planificación (JP) con relación a los esfuerzos para mejorar la participación ciudadana, el acceso a los datos y la coordinación de la aplicación de las leyes en el contexto de la aplicabilidad del memorando de entendimiento entre DRNA, OGPe y la JP”.
Estas recomendaciones, calificadas en el informe como “necesarias” las debe tomar la agencia local, en coordinación con sus colegas encargadas de administrar el sistema de permisos del archipiélago.
Fondos federales en el limbo y desvíos
La crisis de la gestión del DRNA se exacerba debido a la mala administración de fondos federales críticos para la adaptación climática. Un reportaje del Centro de Periodismo Investigativo (CPI) de febrero de 2025 reveló que “con una fracción de nuestra población y extensión territorial, las vecinas Islas Vírgenes Estadounidenses (USVI en inglés) recibieron $69 millones en 2024 para trabajar en el apremiante asunto por petición de su Departamento de Planificación y Recursos Naturales (U.S. Virgin Islands Department of Planning and Natural Resources). Pero durante la pasada administración, el DRNA no pidió el dinero”.
La tormenta perfecta
El reciente informe de NOOA, así como el tracto de periodismo investigativo revela un patrón de desidia. En el 2020, la Legislatura aprobó la Ley 147 con el propósito expreso de enmendar la Ley de Zona Costera para agilizar los procesos y fortalecer la eficiencia. No obstante, cinco años después, las reglamentaciones necesarias para ejecutarla aún no han finalizado, otro síntoma de la parálisis.
Esta crisis local se desarrolla en un panorama federal preocupante. La NOAA, principal aliada técnica y financiera de Puerto Rico enfrenta recortes presupuestarios masivos que han resultado en la pérdida de cientos de empleos, con planes de eliminar más.
Aunque la oficina de Puerto Rico de NOOA afirma que no les ha afectado los recortes de personal, esta reducción de las capacidades de la agencia en Estados Unidos limita severamente el apoyo que Puerto Rico puede esperar recibir para cumplir con sus obligaciones.
El incumplimiento del plazo de 2025 podría tener consecuencias. NOAA podría congelar fondos federales condicionados a la aprobación del plan, recursos indispensables para proyectos de restauración de dunas, arrecifes y mitigación de inundaciones.
Con temporadas de huracanes que se intensifican año tras año, como la que ya está en curso y el constante aumento del nivel del mar, la ineptitud del DRNA y la administración de la gobernadora Jennifer González no solo vulnera acuerdos federales, sino que juega con la seguridad y el bienestar ambiental de todas las personas que viven el archipiélago de Puerto Rico.
El tiempo corre, los ecosistemas y las comunidades costeras esperan por una respuesta.