Susanne Ramírez de Arellano
¿Qué vemos cuando nos miramos al espejo? Ciertamente esperamos vernos a nosotros mismos. Sin embargo, escuchando el discurso del gobernador Pedro Pierluisi sobre el estado de Puerto Rico, no me vi reflejada. Lo que vi fue la oculta y oscura realidad al otro lado del espejo. Fue entonces cuando me saltaron a la mente dos preguntas: ¿En qué país vive Pierluisi y en qué vidrio roto se mira?
La realidad dio el pie forzado cuando el gobernador se acicalaba (¿en un baño?), poniéndose bonito para las cámaras. Los generadores que mantenían el hemiciclo de la Cámara de Representantes parecían querer jugarle una mala pasada cuando se quedó a oscuras.
En su tercer Mensaje sobre la Situación del Estado, Pierluisi habló durante más de una hora de “todo lo bueno que está pasando en Puerto Rico,” mientras hacía un intento fallido de tejer una fantasía de la “recuperación” del país, más de cinco años después del huracán María.
La isla que Pierluisi describió sólo podría existir en la mente del escritor británico Lewis Carroll – “Un Pipo en el País de las Maravillas”.
“A dos años y tres meses de mi mandato como gobernador, nuestro desarrollo económico está encaminado”, dijo el gobernador. “La reconstrucción va viento en popa, la comunidad inversora está apostando nuevamente a Puerto Rico”, dijo.
“A mediados de este año nos pondremos al día con los estados financieros del gobierno por primera vez en 12 años, hemos establecido una relación colaborativa sin precedente con el gobierno federal, nos hemos enfocado en darle justicia social a nuestra gente y nuestra meta sigue siendo mejorar la calidad de vida de cada puertorriqueña y puertorriqueño”.
“Estamos haciendo que las cosas pasen”, dijo Pierluisi. “Quiero dejar meridianamente claro que estamos en pie de lucha contra la corrupción. Cero tolerancia y cero impunidad ante cualquier acto de corrupción”.
El gobernador estaba hablando de un país que sufre aún una deuda de 70 mil millones de dólares, una junta fiscal impuesta, recortes a la educación, pensiones, un sistema de salud al borde del precipicio, los estragos de dos huracanes, terremotos, una pandemia, y una corrupción con siglos de tradición. Eso sin contar una gentrificación que deja al Boricua sin casa.
Todo anda viento en popa para Pierluisi, pero ¿Hacia dónde?
Al otro lado del espejo, nada es lo que parece. Es una metáfora que nos recuerda que cuando el mundo (o el discurso de un político) no parece familiar, es que las cosas están patas pa’ arriba.
Recordemos que cuando Alicia viajó a través del espejo, se dio cuenta que, al igual que su reflejo, todo está invertido, incluyendo la lógica.
Así me dejó el discurso de Pierluisi.
Me imagino que muchos estarán de acuerdo conmigo, mientras otros me mandarán a Cuba o a Venezuela. Sin embargo, el país de Pierluisi sigue siendo el País de las Maravillas. El que vive el Boricua a diario es el que se ve a través del espejo: oscuro y triste.
De niños nos repitieron, como mantra colonialista, que Puerto Rico no era nada sin los Estados Unidos. Las monjas nos aseguraban que la isla colapsaría y que, en una metamorfosis kafkiana, nos convertiríamos en Cuba.
Esa era la mentira con la que untaban el bálsamo en las heridas de la colonia.
Pero la situación que vivimos hoy en día nos ha forzado a vernos a través de ese cristal oscuro y entender que en el País de las Maravillas no hay nada bueno.
Hemos bajado por la madriguera y caído en una merienda de locos, donde te sirven un té imbebible. Lo inverosímil se torna normal, y hay que ver quién se robó las tartas.
La colonia ha colapsado y el Sombrerero Loco está a cargo.
*Sussanne Ramírez de Arellano es ex Directora de Noticias Univision, Puerto Rico, escritora y periodista, vive entre Puerto Rico y Nueva York.