Facebook X Instagram YouTube TikTok Spotify
Niña afrodescendiente, Mike Campbell, Unsplash

La conexión entre los seres humanos y la naturaleza disminuyó en un 60% desde 1800, según un estudio pionero publicado en la revista Earth por el profesor Miles Richardson, experto en conexión con la naturaleza de la Universidad de Derby, Inglaterra.  

Esta investigación, emplea un modelo basado en agentes calibrado con datos históricos de urbanización, que simula por primera vez cómo la expansión urbana, la pérdida de oportunidades de conexión con los entornos naturales y la transmisión intergeneracional erosionaron sistemáticamente este vínculo esencial.  

Declive impulsado por la urbanización y desconexión cultural  

El modelo, que abarca desde 1800 hasta 2020, se validó utilizando el uso de palabras relacionadas con la naturaleza (como “río”, “flor” o “musgo”) en libros, como proxy de la conexión cultural con el entorno natural.  

Los resultados mostraron un declive del 60.6% en el uso de estos términos para 1990, con una leve recuperación posterior (52.4% en 2020), posiblemente vinculada a tendencias eco amigables o al auge de la espiritualidad.  

Sin embargo, el modelo demostró que el factor dominante en este declive no es solo la pérdida de espacios verdes, sino la transmisión intergeneracional: padres con ninguna o baja conexión con la naturaleza crían a hijos aún más desconectados, creando un punto de no retorno socioecológico.  
 

Proyecciones futuras: inercia sistémica y ventana de acción crítica  

Las proyecciones hasta 2125 son contundentes: incluso intervenciones ambiciosas, como aumentar un 50-100% los espacios verdes urbanos o campañas de conexión natural, no revertirán la tendencia antes del año 2050.  

La inercia del sistema, alimentada por décadas de desconexión heredada, solo podría superarse con intervenciones transformadoras, como:  incrementar un 1,000% la naturaleza urbana (por ejemplo, que una persona pase de estar 4.5 minutos diarios promedio en espacios verdes a 45 minutos); reforzar la transmisión intergeneracional mediante programas educativos tempranos (como escuelas ecologistas o forestales) y políticas dirigidas a las familias que favorezcan la reconexión con la naturaleza. 

Solo así se activaría un ciclo virtuoso de recuperación autosostenida luego del año 2050, señala el estudio. 

Esta desconexión no es solo cultural, también está relacionada a riesgos ambientales como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, ya que reduce la predisposición hacia comportamientos proambientales. Asimismo, estudios previos asocian la poca conexión con la naturaleza con mayores niveles de ansiedad y un pobre bienestar psicológico.

Recomendaciones políticas: un llamado a la acción sistémica  

Richardson enfatiza que las soluciones requieren cambios sistémicos y a largo plazo: integrar la conexión con la naturaleza en políticas urbanísticas, educativas y sanitarias; priorizar iniciativas familiares e infantiles para romper el ciclo de desconexión intergeneracional y monitorear nacionalmente la conexión con la naturaleza como un indicador de bienestar y sostenibilidad.  
 
La investigación del profesor Richardson documenta una tragedia cultural y ecológica histórica, pero ofrece una hoja de ruta para revertirla. Sin embargo, el tiempo apremia: la ventana para actuar se cierra y exige voluntad política y participación comunitaria sin precedentes.  

Referencia 

Richardson, M. (2025). Modelling Nature Connectedness Within Environmental Systems: Human-Nature Relationships from 1800 to 2020 and Beyond. Earth, 6(3), 82. https://doi.org/10.3390/earth6030082 | Creative Commons Attribution (CC BY) license.


 
 

Por Marcos Pérez Ramírez

Periodista y editor fundador