(Noticias ONU Medioambiente)- Cuando una ola de calor envolvió a Europa a principios de julio de 2025, hizo algo más que causar días insufribles y noches empapadas de sudor. Las temperaturas abrasadoras, que alcanzaron los 113 °F en algunos lugares, provocaron la muerte de más de 2,300 personas en 12 países, según un nuevo estudio del Imperial College de Londres. La mayoría de esas personas, según dicho estudio, habrían sobrevivido de no ser por el cambio climático.
El informe subraya lo que las y los especialistas denominan la creciente amenaza del calor extremo. Las temperaturas supercargadas, relativamente raras en otros tiempos, se están volviendo más comunes a medida que la humanidad bombea gases de efecto invernadero a la atmósfera, potenciando la crisis climática y dejando a ciudadanías y urbes desde Toronto hasta Delhi en un estado de desesperación por escapar del calor.
“La realidad es que nuestro planeta está hirviendo”, menciona Martin Krause, director de la División de Cambio Climático del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. “A medida que el calor extremo se convierte en la nueva normalidad, el enfriamiento se está volviendo esencial para proteger la salud, los empleos, los suministros de alimentos e incluso la infraestructura”.
Veamos en detalle el calor extremo y cómo enfrentarlo.
¿Qué es exactamente el calor extremo?
La frase generalmente describe temperaturas muy por encima de lo normal para un lugar determinado. Por ende, un día de 32 °F en medio de un invierno antártico se consideraría extremo.
Pero para los humanos, el verdadero peligro surge cuando la llamada temperatura de bulbo o temperatura húmedos se acerca a los 95 °F. Las lecturas de bulbo húmedo combinan calor y humedad en un solo valor.
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