(Nota de la Redacción: Esta columna de opinión publicó en el Blog Creadores de Opinión Verde, de EFE Verde)
Bolívar Cañizales
Jefe del Departamento de Medio Ambiente de la Dirección de Organismos Internacionales
Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá
Los océanos se ven amenazados por diversas y complejas situaciones que afectan a los ecosistemas marinos, las costas, las comunidades locales y la sociedad global. Entre estos desafíos, la basura marina representa un enorme problema para nuestros océanos. Los cálculos más catastrofistas estiman que en 2050, la cantidad de plásticos en el océano superará a la de los peces, afectados también por la sobrepesca y la pesca no regulada.
La situación en tierra es igualmente dramática. Las zonas costeras están siendo afectadas por contaminantes de origen terrestre, lo que provoca la eutrofización de las costas, la degradación de la calidad del agua y el deterioro del ecosistema marino costero, atentando contra la biodiversidad marina.
El plástico representa un 85% total de la basura marina, introduciéndose hasta los niveles más bajos de la cadena trófica y desmejorado la salud de los océanos. En los niveles actuales, 11 millones de toneladas métricas de plástico acaban en el océano cada año, y se prevé que esta cifra se duplique en 2030 y se triplique en 2040. Si no se toman medidas adicionales, en 2025 habrá 150 millones de toneladas de plástico flotando en los océanos.
Esta contaminación por plástico genera ya una crisis mundial en los océanos, ante la que se debe actuar con urgencia, promoviendo la reducción de la producción mundial, además de la eficaz captación de los residuos de ese mismo material, con los que se podría suplir la necesidad de esa materia prima en las cadenas de producción.
Como comunidad internacional, las medidas y normativas para atajar esta preocupante situación deben ser globales si lo que queremos es asegurar la mejora en la eficiencia de los recursos, minimizar los residuos e integrar las prácticas de sostenibilidad en todos los sectores de la economía.
En este sentido merece la pena resaltar la primera sesión del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas, el próximo mes de noviembre, en la que se negociará el primer tratado internacional para frenar la contaminación por plásticos. El Grupo de Trabajo tiene el firme compromiso de promover “medidas de cooperación nacionales e internacionales para reducir la contaminación plástica en el medio marino, incluida la contaminación plástica existente”.
El futuro tratado internacional tiene un alcance ambicioso porque abarca todo el ciclo de vida de los plásticos: el diseño, la producción y el reciclaje, así como la gestión, la reducción y la prevención de los residuos. Abarca todas las formas de plástico, incluidos los micro plásticos, y supervisa todos los ecosistemas, desde el océano hasta tierra firme. El tratado también reconoce la necesidad de mejorar la cooperación internacional para que cada país tenga acceso a la tecnología y las competencias necesarias para lograr estos objetivos.
La directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, declaró recientemente que el tratado ayudará a avanzar hacia una economía circular, que a su vez reduciría el volumen de plásticos que acaban en los océanos en más de un 80% para el año 2040, la producción de plástico virgen en un 55%, ahorraría a los gobiernos $70.000 millones y reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25%. Además, según ella, crearía alrededor de 700.000 puestos de trabajo.
Un acuerdo global legalmente vinculante como este, respaldado por representantes de 175 países en Nairobi, Kenia, durante la celebración de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en marzo de este año, fomentará la inversión en infraestructura y soluciones de economía circular, y ayudará a mitigar los riesgos financieros y de inversión asociados con la contaminación plástica y su papel en el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Panamá será un actor clave en esta negociación como uno de los pocos países de la región que contempla una normativa nacional de reducción por plásticos y planes de acción sobre la recolección de la basura marina que reposa en nuestras zonas costeras.
Como antesala a este impostergable acuerdo, Panamá reafirma su compromiso para cumplir con los objetivos como país en la reducción de los impactos negativos generados por la contaminación por plásticos y ratifica su participación en las iniciativas internacionales para trabajar en acciones ante este problema mundial cuya solución debe ser también una prioridad mundial.
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