Por mareaecologista.com
(San Juan, 12 de octubre)- Las empresas farmacéuticas estadounidenses están causando un daño ambiental masivo en Puerto Rico. No solo están estas gigantes farmacéuticas extrayendo inmensos beneficios contributivos y ganancias del archipiélago, sino que también están propulsando el racismo ambiental que afecta a millones de puertorriqueños. Johnson & Johnson, Abbott, Merck, Pfizer y otras han creado quince sitios de residuos tóxicos que la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) ha designado como “sitios del Superfondo”, según destaca un informe publicado por el Center for Popular Democracy y Hedge Clippers.
Tal y como lo resalta el informe, las compañías farmacéuticas que operan en Puerto Rico lo hacen en violación de la Ley de Aire Limpio. Asimismo, agotan y contaminan los abastos cruciales de aguas subterráneas de las que beben los puertorriqueños, e ignoran regulaciones ambientales cruciales.
Los datos de la EPA revelan que, solo en los pasados tres años, entre las instalaciones farmacéuticas que la agencia monitorea, una de cada tres fue citada por violar protecciones ambientales vitales. Amgen, Bristol Myers Squibb y más de una docena de otras plantas que operan en Puerto Rico también se enfrentaron a acciones por parte de la EPA debido a los graves efectos ambientales.
Las comunidades puertorriqueñas sufren, como resultado, de una enorme cantidad de padecimientos crónicos de la salud, lo que incluye tasas altas de cáncer, asma y otras enfermedades respiratorias.
Según el informe, las comunidades más impactadas son las vecinas de los emporios farmacéuticos en los corredores industriales de Manatí / Barceloneta, donde hay importantes reservas de agua del karso norteño que también son vitales para la agricultura, con seis áreas contaminadas.
Y las que viven en el entorno de las farmacéuticas ubicadas en los municipios de Cidra/Caguas/Gurabo/Juncos, con siete áreas contaminadas.
Lidian con agua que no está apta para consumo y se exponen a químicos tóxicos. El gobierno de Puerto Rico y las agencias federales estadounidenses no están exigiéndoles a los contaminadores farmacéuticos que asuman responsabilidades.
El racismo ambiental persiste a menudo en Puerto Rico en el nombre del lucro; las regulaciones laxas, las limpiezas ambientales inadecuadas y la complicidad del gobierno con el sector farmacéutico contribuyen a este problema constante.
Aunque las grandes farmacéuticas se vanaglorian de su compromiso con los derechos humanos, con la neutralidad de carbono y con las redes de energía renovable, en realidad la impostura ecológica (conocida en inglés como greenwashing) por las corporaciones esconde la envergadura de la devastación ambiental que ocasionan en las comunidades locales.
Los hallazgos de este informe evidencian la necesidad urgente de que los políticos investiguen la degradación ambiental por parte del sector farmacéutico de Puerto Rico a la vez que les exigen rendición de cuentas a los responsables mediante el fortalecimiento de las regulaciones y con medidas de supervisión.